
Luego, desde las 7 de la mañana del 1 de agosto, el Museo abrirá sus puertas -Juan B. Justo 280- para hacer el ritual del convite a todos los vecinos, amigos y allegados que quieran combatir los males de agosto.
Los interesados, podrán adquirir además el “brebaje” en envases que van de los 50ml al litro, ya que la Asociación de Amigos del Museo, tiene a la venta botellas cuidadosamente etiquetadas.
EN PALABRAS DE ERTIVIO
El Museo extractó de su biblioteca “Miranda Borelli” un artículo del propio Ertivio Acosta quien fue uno de los que cultivó este ritual de la “vacuna folclórica”. Esta investigación forma parte de la compilación hecha por el organismo, el libro “Cultura Popular Regional”, y se titula “Caña con ruda, la vacuna folclórica”.
Los preparativos para el convite. |
Su existencia enriquece el paisaje y nos define como argentinos. En esta tesitura se halla una tradicional costumbre que en su devenir formo parte de la cultura guaraní más antigua, y que nosotros en la actualidad la conocemos como «Caña con ruda».
Los documentos de la conquista nos hablan que los indios guaraníes eran diezmados periódicamente por ciertas enfermedades que los afectaba en épocas de las grandes lluvias o intensos fríos, también posteriores afirmaciones de - que comentan la civilización guaraní destacan el hecho de que, a las grandes pestes las enfrentaban con ciertas bebidas espirituosas y yuyos mágicos que el «payé» (curandero), usaba para espantar los malos espíritus del cuerpo, ya relacionado con curaciones caseras, nuestros abuelos trababan de quitar los males del espíritu con la famoso «contrayerba» (usados por el contrapayé), y la «toma» de la «guaripola» bebida muy fuerte, que luego por extensión es el nombre que recibe la «caña blanca» o «caña paraguaya».
Al parecer en tiempos de invierno nuestra gente regional unía la guaripola con la contrayerba para prevenir las enfermedades de esa época, conocida en el folklore como «calentura» por la fiebre que produce y en guaraní «tiriri» o «chucho».
Algunas personas de avanzada edad manifiestan que la «caña con ruda» es para que no le «retiente» los «bichos» en los grandes fríos.
Los españoles traen la ruda, acompañada de toda su fama de yuyo mágico con una historia tan particular que ya Aristóteles afirmaba que impedía el mal de ojo. Plinio advierte que la ruda del campo causa hinchazón en las manos. Hernando Castrillo en su Historia de Magia Natural dice: «La ruda tiene muy conocidos provechos, el zumo previene de picaduras de abejas, avispas, escorpiones y arañas».
Gaudencio hacía notar que un palo de la raíz puesto en la oreja quita el dolor de cabeza. Gaeno califica al zumo como muy efectivo para colirios.
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El convite es la vacunación el 1 de agosto, tradición en el MuHoCh. |
La mezcla milagrosa se realiza un día antes del primero de agosto, se frota lentamente la ruda entre las palmas de la mano y en un litro de caña generalmente se colocan dos o tres gajitos de la mágica hierba.
La creencia popular afirma que si no se toma algunos traguitos de este preparado, el hombre está expuesto a sufrir los «males de agosto», y que «San La Muerte» puede andar rondando. Entre las creencias más destacadas tenemos: si una persona sufre fractura de huesos nunca más sanará; si algún anciano es atrapado por la «calentura», es decir alta fiebre, morirá; los domadores se exponen a una muerte segura en sus ocupaciones y un sinfín de posibilidades malignas tanto en el cuerpo como el espíritu, pues pueden ser presa fácil de algún «payé».
Las madres desde horas tempranas recorren los lechos de sus hijos incluso los más pequeños, para darles un sorbito de «caña preparada» para salvarlos de la disentería y los empachos «pucu». ¿Quién no tomó alguna vez «caña con ruda» estando en el campo o entre las familias guaraníticas? Es una costumbre que llegó hasta las grandes ciudades, se practica esta tradición en todos lados donde se encuentre un litoraleño de ley, y no nos alarmemos por ello, porque como dice el refrán «una vez al año no hace daño», al contrario, parece que cura y aunque no creamos mucho de ello nos conviene tomar unos traguitos por las dudas, no sea que por ello no pasemos «el agosto»”.